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jueves, 24 de mayo de 2012

3ª PARTE, CAP. 13 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006. LUIS PASCUAL ESTEVILL, JUAN PIQUÉ VIDAL, JORDI PUJOL, 1995-2005

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 24-05-2012. En la prensa ni referencia. Mi detención no merecía ni un triste comentario. Tanto mejor. Hubiera sido dificil publicar las denuncias evidentemente falsas que complicaban mi situación legal.

Demasiado escribir, y ninguna precaución. Solucionados condena y denuncias, la actualidad que cuadra con este artículo y otros...

Entidades acusan el Gobierno de "condenar a la extinción" - El Debat

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hace 3 días – Entidades acusan el Gobierno de "condenar a la extinción" las políticas penitenciarias de reinserción y rehabilitación. Redacción. Entre los ...

... abarca mucho más que la nefasta y corrupta mecánica que conduce a beneficios penitenciarios con terceros grados y cumplimiento de condena como las de Javier de la Rosa y Juan Piqué Vidal... mi opinión, como tantas veces he escrito... o se suprime el andamiaje construido en estos últimos treinta años supliendo arbitrariedad por leyes concretas... o además de las fantásticas rehabilitaciones... los presupuestos reventarán de tanto inútil, y en ocasiones como las citadas, corrupto burócrata.  

 

 

 

 

 

TERCERA PARTE
Luis Pascual Estevill
Juan Piqué Vidal
Jordi Pujol
  1995-2005




CAP. 13  Febrero 2003. Detención Del Barco. Falsa denuncia Rubí. Mataró. Juez guardia Fernández Oubiña. La Modelo.

  13

Si alguien me preguntaba por qué no tomaba medidas ante la segura detención le respondía encogiéndome de hombros. Ningunas ganas de entrar en la cárcel, y tampoco de torcer mi vida que con la única referencia negativa de sesenta y dos años se desarrollaba con placidez y encargos de poco riesgo, el mayor, detenerme. Y cumpliéndose a rajatabla la ley de Murphy, cinco años en “busca y captura”, al salir de mi domicilio en Barcelona dos muchachas en tópico peliculero de policías me siguen hasta el Paseo de Gracia donde un fornido cuarentón me pide la documentación. Se acabó la libertad. Desde ese preciso instante mi ocupación cerebral enfocaría su trabajo a la pura subsistencia en un medio donde ni se domina y cada segundo varía los conceptos. Febrero del 2003.
Pocas preguntas en el Sección de Estafas de Vía Layetana. Pesaban contra mí la “busca y captura” por la condena quebrantada, la falsa denuncia de Tarrasa, sin prisión decretada, otra preocupante de un Juzgado de Mataró, el delito de quebrantamiento, y una historia de Rubí rebosando mi capacidad de entender. Mal panorama, aunque por los documentos firmados, decretada prisión únicamente por la condena quebrantada. Los seis años por las letras a los bancos del 83 al 86.
De nuevo el calvario de la Ley y los Juzgados. Un hombre de unos cincuenta y ocho a sesenta años, cara redonda, pelo gris, y de complexión fuerte. Reconocido en los archivos policiales. ¡Coño, coño!. Ya empezamos. Si en el 80 Justo Aguilera, Jefe de Estafas en la Jefatura Superior de Policía de Vía Layetana, me catalogaba de técnico en microeconomía, cerebro del desfalco del Consorcio de la Zona Franca, ahora un colega al servicio de “vete a saber quien”, o por inducción a la mujer, ¿profesional de la denuncia?, me rebajaba a carterista. No me afectaba en mi amor propio, olía mal. Nadie en la familia me señalaría capaz de fechorías a ese nivel. El 7 de diciembre del 2000, puente de la Inmaculada y Constitución, con toda seguridad me hallaba en compañía de familiares, y muy lejos de Rubí. Contestación en comisaría; “o sea, en un lugar concurridísimo de Rubí, donde sitúan el Banco Zaragozano y el de Sabadell, le arranco el bolso a una mujer, que me identifica. Gritaría, al ladrón… ¿Y cuanto puedo correr a mis sesenta años, con veinte kilos de sobra, a las once de la mañana?. Nunca estuve en la zona de la denuncia, ¡nunca!, ni nunca he arrancado el bolso a ninguna mujer”.
Otra sorpresa, el Juez de Guardia, ¿sorpresa?, Don Adolfo Fernández Oubiña. Con mirada reveladora de recuerdo, decretó la libertad por la denuncia y reconocimiento. Un favor, o ¿parte de la denuncia?. Sin ocultarlo tras nombre falso lo citaba en “Zona Franca”, primera parte, de colaborador y amigo del Bufete Juan Piqué Vidal. ¡Una suerte!, no complicaron la denuncia con agresión sexual, y la fiscal, la alarma social con el respaldo de las asociaciones feministas. De eso al “queda probado” sin recurso, un paso. Concediéndole una disculpa al Sistema, podría tratarse de la simple obsesión de la policía por aumentar las estadísticas de casos solucionados endosándolos a los fichados.
Juzgado de Instrucción, número catorce, Barcelona, en funciones de guardia. Procedimiento: J.I.Decano de Rubí Sección: D. HECHOS. ÚNICO.-Que en esta fecha ha sido puesto a disposición de este juzgado en funciones de guardia RAFAEL DEL BARCO CARRERAS como presunto autor de un delito de Hurto en virtud del atestado número 2352 de la Comisaría de BPPJ. ESTAFAS habiendo sido instruido de sus derechos y habiéndosele recibido declaración. Razonamientos jurídicos. Único. Que no concurriendo los requisitos señalados en el art. 503 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, procede en consecuencia dejar sin efecto la detención del/de la inculpado/a. Parte dispositiva. SE DEJA SIN EFECTO LA DETENCIÓN de RAFAEL DEL BARCO CARRERAS por el delito de falsedad imputado. Notifíquese el presente al Ministerio Fiscal y al/a la interesado/a. Así lo mandó y firma D. ADOLFO FERNÁNDEZ OUBIÑA, MAGISTRADO-JUEZ de este Juzgado número catorce en funciones de guardia...
Leído varias veces, no entendí si lo de Rubí se archivaba. Pasados casi dos años en la cárcel y uno de libertad, sin comunicación alguna, y ni ganas por mi parte de personarme en Rubí, cabía el sobreseimiento. Lo de delito de “falsedad” en un auto por un delito de hurto complicaba mi entender. De locos. Lo único inteligible el nombre del magistrado que me condenó en el 83. Gocé al contemplarlo hecho un saco de grasa, colesterol, y la cara rebosando sus abusos vitales. Los vicios que él me achacaba en la sentencia. No soy un santo, pero tampoco un vicioso, y menos depravado, demostrado con sesenta y cinco años de vida sana, y lo certificaron mis estancias en prisión y varios análisis. La otra falsa denuncia en el Juzgado de Tarrasa n.4 Previas 851/98 se dilataría con malicia en el tiempo.
Mi desorientación me obligó a escribir y romper varias páginas. La presencia del Juez Oubiña no podía ser una casualidad. Docenas de Juzgados y me toca Oubiña de guardia. Mi último recuerdo la impresión de cuando se justifica con que cuatro meses de preventivo del asesino de la Villa Olímpica es “mucho”. ¿Qué le ligaría a aquel chulo de barrio?, y solo se me ocurría que algún noctámbulo proveedor le recomendara, y así lo escribí en El Triangle. Del Olmo tan defensor de España contra la mafia de la ETA, obligándole a una aparatosa escolta, se rodeaba de la local, y sin pudor la convertía en humana y digna de enseñar y sentar cátedra. Y por si mi voz le alcanzara, le gritaría a Del Olmo, y toda la farisaica prensa local, que las circunstancias creadas en Barcelona durante los últimos treinta años, fiel continuación de los cuarenta franquistas, han propiciado muchos más muertos que los atentados de ETA, que por suerte se ha olvidado de Barcelona. Oyendo a Koldo (mi gran profesor de frontón por los 80) que la ETA se había retirado varias veces de Cataluña en sus intentos por colaborar con los independentistas catalanes, siempre he pensado que en el ambiente de la marginalidad catalana caerían de inmediato por la total presencia policial en la marginalidad y delincuencia, y en los últimos tiempos, con la droga como protagonista, de una violencia que sobrepasa las luchas callejeras de principio del siglo XX entre la patronal y el anarquismo. Una romántica lucha frente a la sordidez de la actual.
Cuatro casos complicaban mis posibles dos años para acabar la condena pendiente por una sociedad con Antonio de la Rosa Vázquez. Lo bueno, en ninguno de los cuatro se decretaba prisión. De hecho solo afectaba mi cumplimiento “el quebrantamiento”, anulando los beneficios penitenciarios hasta que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria se pronunciara, y celebrado el juicio “por fuga”. Complicaba mi cálculo de dos años convirtiéndolos en cuatro posibles. Los cálculos pesimistas no cuadraron en mi experiencia, el tiempo clarificaría mi situación penal. Otros tres juicios pendientes aportarían con seguridad alguna condena, y aun sin delitos graves, de sobra sabía la facilidad de uno, dos o tres años, sin demasiados requisitos.
Mi tozudez, comparable a la psicosis de mi eterna novela, lanza a mi mujer al especial editor para imprimir unos ejemplares de Zona Franca, tercera parte, sin haber editado la segunda, y la mando a Félix Martínez, a mis amigos de El Triangle, y con presencia en dos o tres librerías de Barcelona. Un resumen digerible de 460 páginas, o eso creía yo. Distracción no me faltaría, sobraban incomodidades en la celda con cinco individuos, renovándose a diario, primerizos, mostrándome de nuevo todas las degeneraciones de la droga. A un mastodóntico negro de ciento diez quilos, zombi rebosando heroína, con el permiso del funcionario lo cambiamos de celda sin enterarse, endosándolo a unos vecinos del Este, ¡los pobres no entendían nada!. O el esquelético, otro zombi, muerto a la siguiente noche del cambio, ahogado entre sus mucosidades y vómitos. La Modelo en cuanto a saturación comparable a la del 80, y las enfermedades infecciosas tantas o más, con sus razonables e inútiles servicios médicos para el muerto que hubiera durado unos días en un hospital, y sin inquietud por los pocos gozando de una salud razonable, o excelente en mi caso. Según la analítica de varias hojas, perfecto, sobrando peso y algún decimal de colesterol. Un nuevo servicio médico rebajaba la posible tensión de la masificación, la metadona, un sustituto a la heroína, decían. Zombis controlados. Y yo a lo mío; “Tengo más de sesenta años, por lo tanto de alto riesgo de transmisiones infecciosas, podrían llevarme al geriátrico”. Contestación lacónica, larga cola de enfermos de más de sesenta años para el geriátrico. El geriátrico conservaba la placidez de cuando atendí a los detenidos por Pascual en el 92. Lo mismo de siempre, todos los posibles servicios oficiales aceptables, colapsados, y con larga lista de espera. Se debía buscar “enchufe”, y ni bolsillo ni ganas para repetir la historia del 80.
Conectar con el patio significa encontrar varios conocidos y amigos de las pasadas condenas. De inicio la sala de “informática” se ajusta a mi necesidad de escribir. “Te presento a mi amigo Rafael, de los 80, ponlo en informática”. “Debe apuntarse con el educador, pero no te preocupes yo le diré...”. Juan Palomeras Vigas, del Banco de Navarra, y su afición por Piqué Vidal, y otros contándome historias de mi compañero en el caso Consorcio, Serena.
Pronto me situaría en un comodísimo destino, bibliotecario de Artes Plásticas, una ex celda en talleres repleta de libros sin ningún lector, una simpática pecera, y un viejo ordenador para “controlar” los libros, a mi entera disposición. Una Espasa de los años 30, todo un lujo. El “destino” me costó 30 euros. Ya no deseaba más. A mí alrededor tres o cuatro cincuentones o sesentones pintando cuadros. El mejor de los ambientes. Mauricio, un mocetón argentino de cincuenta años, lector empedernido. Un caso de violación interesante, leí el sumario, lo defendía el Bufete Piqué Vidal, me juraba su inocencia y después de la lectura no me cupo duda. El único buen pintor, un viejo anarquista conocedor de las cárceles franquistas que tiroteó sin matarlo al amante de su mujer, “no le pegué el tiro por amante sino por ser el camarero de mi restaurante y entre los dos me robaban”. El tercero cercano, un empresario cruzado en el narcotráfico por sus relaciones con Colombia, también se declaraba inocente, le involucraron por unas tarjetas de crédito pagando unos hoteles. ¡Vete a saber!. Condenado no tenía por qué mentir, negativo para la “rehabilitación”, donde es básico aceptar la condena y prometer su incorporación legal a la sociedad. Dos meses con tres excelentes personas, cultas, refinadas, detallistas, difíciles de reunir ni en libertad.
Mauricio se negaba a creerme sobre Piqué Vidal. “¿Quién te recomendó ese bufete?”, “uno de mis ligues en el Up & Down, decía que era fiscal, y le consulté. Para ella era el mejor abogado de Barcelona”. “¿Y no te informó de los procesos en curso, de su celebridad en la ciudad?, me parece, y no sé porqué, que a ti te han violado dos veces”. Se negaba a creerme. “Me han dicho que tiene amigos en el Supremo”. “Lo ignoro”, y entrando en esperanzas, me callaba. Le pidió otras setecientas mil pesetas de provisión de fondos para atender la vista por el recurso (un mozalbete ida y vuelta en una mañana a Madrid). El Supremo ratificó la condena, nueve años.
Una desgracia anularía dos meses de trabajo. Los detectores de metales en la entrada de talleres inutilizan mis disquets. Entre las noticias curiosas la venta de un cuadro de Doris Malfeito, mujer de Masiá Alavedra, al museo del Marqués de Samaranch en Ginebra, con festorro incluido donde aparecía Pujol. La anoté en memoria de Pascual y Parés, y su súbito interés por el arte. También, que Pujol cansado de arrastrar su rebaño se retiraba antes de que lo arrastraran. Su sucesor no luciría su sagacidad, nacido del fondo de tantas sociedades quebradas, cumpliría el cometido de quemar tiempo. Malas lenguas afirmaban que le interesaba ganara Maragall, diseccionado desde su infancia política al lado de Serra, y de aprendiz al lado de Porcioles, ¡qué le iban a contar a él sobre los burgueses progres de San Gervasio y Sarriá, amigos íntimos de su íntimo Miquel Roca!. Ni le debería advertir sobre corrupciones, se conocía al dedillo la inmensa corrupción del PSOE. La guerra de corrupciones no ganaría elecciones, las había de todos los colores y gustos, y de las mayores en Barcelona sin forma de deslindar a cuantos de los tres partidos involucraban.
En cuanto a corrupciones no tuve ocasión de husmear. Sin embargo que el criminólogo me apuntara la conveniencia de hablar con mi abogado, me escamó, lo tenían prohibido, reservado al subdirector de Tratamiento. Interesante un caso de abultada estafa. Vuelta a los tiempos de Pilar Pato, entrevistándose con preventivos “especiales”, tipo Baret. Las varias entrevistas para la clasificación, acabando en segundo grado, no me clarificaban las opciones en redenciones, y sobretodo la incidencia del quebrantamiento en el cumplimiento. Sin embargo me abrieron los ojos de su posible prescripción por los trascurridos cinco años. Un delito menor prescribiría. La prescripción significaría el cumplimiento sin más de la condena quebrantada, menos de dos años con redenciones. Tema peliagudo las redenciones, cada consulta una contestación diferente. En el juzgado se me asignó un abogado de oficio para la “fuga”, aunque yo no me fugara evidentemente de donde no me hallaba. No le di importancia, mi abogado se comunicaría con el de “la fuga”. Iniciaba el laberinto.
“Rafael, ¿tú eres consciente de que la fecha del robo en Tarrasa estabas en la cárcel?”. “¿Qué dices?, no tengo ni idea, ignoro de que robo en concreto me acusaban, allí había mucha mercancía, aunque inservible”. Primera sorpresa, el día del supuesto robo en Tarrasa, yo estaba en la cárcel. José Manuel Calvente, mi abogado, escribió al juzgado adjuntando el certificado de La Modelo. Excelente trabajo. Primera conclusión, alguien provocó mi detención en el 98 para retirarme el “tercer grado sección abierta”. Pendientes, el “tirón en Rubí”, aunque se entendiera en el escrito retirados los cargos, y Mataró.
Por los mismos días me citarían al Palacio de Justicia. Un exhorto de Mataró. Sin duda otro enredo, y con fatal planteamiento. Una sociedad donde se me involucraba en su constitución con nombre falso y posterior estafa. “Con nombre simulado... constituyó en 1992 la sociedad...”. “Perdone, ¿me repite la fecha?”. La oficial repite sus preguntas sonándome a chino. “Señora, y ¿quien certifica que yo acudí al notario con nombre falso a constituir esa sociedad?”. Respuesta agria, “las preguntas las hago yo, y ¡quien va a ser!, el notario, la policía... el juzgado de Mataró... quien sea...”. “Pues precisamente ese día yo cumplía condena en Brians, sin la mínima posibilidad de personarme en ningún notario... o sea, que notario, policía, o quien sea, prevarican o están en nómina de la corrupción”. Enfadada conmigo, llamó a la prisión y al confirmarle el dato, cambió el enfado hacía los duendes del lugar. Pero si creía que los procesos se archivarían, otro error, habitual en mi vida. El giro que la oficial dio a las siguientes preguntas del exhorto reflejaba su voluntad de que no me saliera tan fácil. Ignoro el porqué de ese sentimiento, resentimiento o psicosis de ave de presa tan común en el funcionariado.



 

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