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viernes, 11 de mayo de 2012

2ª PARTE, CAP. 16 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006. BANCO GARRIGA NOGUÉS, KIO, GRAN TIBIDABO, 1984-1995.


 Rafael del Barco Carreras

Barcelona 11-05-2012. Un buen capítulo para reafirmar la arbitrariedad de la aplicación de las leyes por parte de los jueces... hace 20 años como ahora... la Ley NO ES IGUAL PARA TODOS.

 

SEGUNDA PARTE
Banco Garriga Nogués
KIO
Gran Tibidabo
1984-1995

 

Cap. 16 18-10-94 prisión Javier de la Rosa. 7-11-94. Pascual Estevill vocal del CGPJ. Querella Marugán. Tercera querella, Albert García Reina, de la Caixa. Permisos Brians.  

 

 

16


 
El último trimestre de 1994 decidía el futuro de dos grandes personalidades catalanas. 18 de octubre, Javier de la Rosa, acompañado por su secretario Piñana, su segundo Narciso de Mir, y Ramón Fiter, a La Modelo, y Luis Pascual Estevill, al Consejo Nacional del Poder Judicial. El 7 de noviembre tomaba posesión de su cargo, elegido por unanimidad por el Congreso de los Diputados. ¡Unanimidad!. Las Cortes de Franco a las órdenes del Mando. El día 11 de noviembre entraba en prisión Juan Cruells Mercadé, por Presidente de Gran Tibidabo. Otro firmón, que pagada la fianza por De la Rosa, a los cuatro meses seguiría en Quail por un millón de pesetas mensuales. Folchi se libró de la cárcel, y varios más. Se inicia el “sálvese quien pueda”, y de paso la corrupción del Sistema. Narciso de Mir Faura conseguiría que la Audiencia le dejara en libertad sin fianza, “no era cooperador necesario”. De Mir, un ex empleado del grupo industrial de Banca Catalana, ¡como no!, y multimillonario. Se conocieron en el 82 en el IESE, y en el 86 montan Quail España SA. ¿Serían la misma Audiencia, el mismo país y leyes de mis tres años preventivos por encubrimiento?, y ¡aun faltaban agravios comparativos!. El menor que Piqué Vidal siga sin pisar la cárcel, o que los consejeros Samarach y Pujol juniors, ni molestarles.
Días antes Marugán interpuso una querella por prevaricación ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, admitida de inmediato, con señalamiento de antejuicio. Teresa Fernández de la Vega, dicen, llamó a Miguel Roca advirtiéndole de lo inadecuado del nombramiento, pero en una carrera contrarreloj Pujol se salió con la suya. Su voz, oída y obedecida en Madrid. De entrada no desentonaba la respuesta del nuevo vocal de que una factura del Hotel Ritz de Madrid a su nombre encontrada en un registro a Arturo Piñana Bo, secretario de Javier, se trataría de un error ya que él apenas si conocía a De la Rosa y la factura la creía pagada por la Universidad de Madrid donde impartió un curso. Quince años de tortuosas negociaciones sin más referencia que una triste factura. Después abundarían las referencias. Aquel Piñana lo guardaba todo, cientos de cintas y grabaciones, y tanto guardaba que el triste y denigrado secretario se construía, cuando lo detuvieron, un palacete en Pedralbes.
Obviando el nombramiento, el TSJC, Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, no se inhibió a favor del Supremo, y aceptó otra querella por delito fiscal.
Javier me trajo suerte. En noviembre a un escaso mes que la Audiencia de Barcelona reafirmara a la Jueza de Vigilancia Remei Bona el poder otorgado por la Ley para conceder y denegar permisos, Instituciones Penitenciarias me otorga el primero. A dos o tres meses de la condicional, cuya concesión podría demorarse por la falta de permisos, y con la práctica de concederse a los tres permisos, la sentencia en el Supremo podría caer antes de la libertad.
En la vista sobre mis permisos en la Sala 9 de Barcelona, Rucabado, sin demasiado entusiasmo, argumentó la novela como causa de persecución contra su defendido. La Sala al finalizar la vista pidió tres ejemplares del libro, a poder ser en aquel momento. Mi mujer, en el pasillo, cumplió el pedido. No pude entrevistarme con mi querido Rucabado, lo enterraron un día antes de mi permiso.
No le hizo la misma gracia a Javier cuando en la mesa del comedor alguien le puso delante la novela. Le salió el energúmeno, “todo mentira, me estafó quince millones”. Buena memoria. Mi amiguete le contestó que Rafael estaba muy enfadado por los tres años pasados en la cárcel por su culpa, y eso aquí se veía mal. En la clase un alumno en contacto con Javier se mostraba implacable; “Rafael ese tío no ha podido hacer tanto millón... si es un yonki... los médicos le recetan las mismas pastillas que a un drogata”. Podría ser, cuadraba con mis premisas sobre los últimos tiempos, ni trabajando las veinticuatro horas del día podía montar tanto estropicio, y máxime si de las veinticuatro se pasaba varias bajo los efectos del alcohol y otras sustancias. Con De la Rosa en la cárcel, y Pascual en Madrid, entreteniéndose con su querido colega Moreiras, yo no existiría. El peligro pendía, un adecuado toque, tan propio de su personalidad, precipitaría la condena del Supremo. Algo fantástico, en la Audiencia Nacional Moreiras, en el Supremo, Sala de lo Penal, Bacigalupo, y en el Consejo General del Poder Judicial, Pascual Estevill. Garantizada la impunidad a los grandes.
Iniciaba su carrera penitenciaria con ventaja, por treinta mil millones cuatro meses de preventiva frente a mis tres años por encubrimiento a su padre. Lo mejor de la detención, la espera en el parking frente a las dependencias judiciales donde Piqué Vidal pretendía contener al Juez Joaquín Aguirre. Hubo lenguas viperinas asegurando la amenaza del juez con De la Rosa o tú. Una pareja de la policía judicial acompañó al abogado al automóvil. A Piqué, 30 millones de fianza. Una minucia. Concesiones de la Justicia al que se va de la lengua, y se cree o interesa su versión. El número de monedas cobradas por Judas. Tratándose de “miseros” o “cristeros” un dígito bíblico.
Para De la Rosa, muy densos los meses en prisión. De entrada, librado de la cochambrosa Modelo (donde la prensa le fotografía tras los barrotes de su celda mordiendo con afición un simple bocadillo, buen trabajo de información porque es imposible distinguir desde la calle o los pisos de enfrente, o la cámara trasmutarse en la carabina que liquidara al mafioso lionés). Trasladado a Brians, se negó a desnudarse y pasar por el espejo en el suelo para flexionándose observar el funcionario el ano por si escondía droga. Otra vejación fruto de la esquizofrénica e inútil lucha contra la droga. ¡Los inventos de funcionarios, y universitarios, para vejar al prójimo!. Extraño placer la aniquilación moral del “enemigo” vencido. En este caso, el funcionario acallado. El primer individuo con un Falcon 900, un yate de 2.000 millones, y un helicóptero de 1.500, en prisión en España. Nada extraño que con la continua música de prensa y televisión sus compañeros le observaran como a un bicho raro, y encima, apuntado a diario al médico. Mejor que apuntarse, le visitaban. Un peligroso camino que se inicia para rectificar problemas vitales, siempre relativos, o en la cárcel el tan común de “hacerse el loco”, y termina el cerebro flotando en el limbo, zombi perdido. Algo conscientes serían los infinitos llamados desde el teléfono a su disposición, sobrepasando cualquier trato de favor. O la condescendencia de solo en la celda en un resguardado módulo especial para “destinos”, se entiende “enchufados”, o para no dañar su mente con la soledad, por si se suicidaba, elegían un compañero de “confianza”. No se tropezaría con uno de los que me tocó a mí, que en un ataque de sobredosis, de “mono”, o un cóctel de legales e ilegales, revolvió la celda y se dispuso a luchar contra un grupo de funcionarios dispuestos a sacarlo de “su casa”, gritaba. Y yo doblado bajo la tabla mesa. En cuanto a Javier, las órdenes sin duda de Pujol. El ancestral fascismo español, el jefe por encima de las leyes. Algún funcionario pagó con el traslado su democrático y recto entender del reglamento. Los telegramas enviados desde al Rey, Pujol, y todos los poderes sumaban páginas. “Aun estoy en prisión”, comenzaban o terminaban.
Al tiempo, el subterráneo y emisario Pascual se debatía entre mieles y tormentas. El 10 de septiembre de 1994, aun le cobra al amigo de Javier y conocido suyo, Lorenzo Rosal Bertrand, de Textiles Bertrand Serra, y consejero del ex Banco Garriga, 25 millones en el pasillo de los juzgados, recogidos por quien pasado el tiempo, reconociera por la prensa, hijo de Pascual. Una puta enseñando el oficio a la hija. Un ejercicio de perspicacia valorar las posibilidades del cliente. Un peligro añadido, a su socio José María Huguet Torremade (con sus célebres barridos fiscales llenando sus cuentas en Suiza), inspector jefe de Hacienda de Barcelona, le inspecciona Jorge Buiren de Madrid (cinco años después se quejará de no encontrar el expediente). Y peor, el 30 de noviembre caduca el delito fiscal que su acérrimo enemigo Marugán ha documentado para iniciar un ataque en toda regla.
Iniciado el ciclón, toma posesión de Delegado para Cataluña del Consejo General del Poder Judicial, a sabiendas que en su feudo los enemigos actúan rápido aceptando querellas. Una carrera contra el tiempo. Su mujer vendió cinco años atrás por 500 mil pesetas la totalidad de las acciones de una sociedad cuyo patrimonio real, una torre. “El Torreón”, en primera línea de mar en Sitges, no bajaba de noventa millones. Resistiría el ataque inicial, pero tocado lo estaba. Él mismo recurrió pidiendo que el asunto se viera en el Supremo. ¡Delegado para Cataluña!. Y en el “corral de la Pacheca” se especulaba del porqué la querella contra Javier de la Rosa no se destinó al Juzgado 26 de Pascual.
Y otra querella. La tercera. Albert García Reina, delegado de la Caixa (un atrevido irresponsable el juez de la horca) fue encarcelado, decretando responsabilidad civil de 300 millones a la Entidad, por una presunta venta irregular de pisos que resultó regular (un tema procedente de la absorción de la Caja de Barcelona en 1990). Con la Iglesia hemos topado Sancho. Salió de la cárcel a los pocos días, normal, pero se la juró. ¿Pagó?, no se sabe. Tres querellas presentadas justo antes de su nombramiento. ¿Sabría Marugán o García Reina, con el que congenió, que por encima de su empecinamiento obró la política?.
El nombramiento al Consejo Nacional del Poder Judicial, la espoleta. Los honores, académico, se aguantaron, pero escalar por encima de todo escalafón, inaguantable. La aceptación de la querella no venía condicionada por las pruebas de los delitos sino por el enfrentamiento entre las diferentes agrupaciones de jueces, las íntimas inquietudes por los altos cargos. Con los ofendidos por acusarles y extorsionar formarían piña los enemigos acérrimos que cada ascenso conlleva, escondidos tras la sonrisa y la enhorabuena. Es de resaltar que no actuaran de oficio con la Modelo, cuatro años, rebosando de extorsionados, o el específico y público cabreo del juez que sustituido en sus vacaciones le alteró testigos por acusados. Así muñía dos juzgados, el propio y la sustitución. En la Modelo no observé que en Julio y Agosto aumentaran las prisiones ordenadas por el Juez Pascual.
El ascenso al máximo órgano del Poder Judicial quedará en los anales de la corrupción cerrado bajo siete llaves. Todos, Pujol en cabeza, mienten, sencillamente porque la vileza del nombramiento impide la verdad.
Marugán, un desconocido en España, con intereses en varios países. En Nueva York y Suiza denunciaría al Juez y los abogados, Piqué Vidal y Rafael Jiménez de Parga. No perdonaría el cambio de testigo a inculpado en una de las muchas reclamaciones del Banco Español de Crédito, representado por Jiménez de Parga, por impagados del Banco Garriga Nogués, ordenando su detención. Tantos años pasados defendiendo al Ayuntamiento contra los del “Consorcio”, y las ubres de la vaca “Banesto” y su hijuela Garriga siguen dando leche. A quienes debió culpar del desfalco del Consorcio, Banesto y el Banco Garriga de Javier, son sus grandes clientes. Los americanos a miles de kilómetros lo ven claro y les aplican la Ley Rico, antimafia, asociación de estafadores. Las leyes americanas certeras en sus conceptos.
Marugán no se contentaría con lo del fraude fiscal, pero entrando en cargos de prevaricación y extorsión el corporativismo, o miedos, salieron a la palestra poniendo palos en las ruedas. En Hacienda desaparecieron los expedientes de los últimos ochenta, acusado un desgraciado espadista de escalar por los áticos y ventanas cerradas, pero se reconstruyó el camino del dinero.
Las primeras declaraciones de Pascual Estevill denotaban falta de imaginación y un desconcierto mental impropio de su oficio. Si Pujol con Banca Catalana se escudó en las cuatro barras y “su” Cataluña, o Felipe González vociferaba achacando de ataques a la Democracia las denuncias por los asesinatos del GAL, con profusión de millones a Suiza, casinos y amantes, o la infinita recua de simples desfalcos y reparto de comisiones, el juez creyéndose un elegido de las masas descargaba contra los denunciantes, vulgares chorizos con la recta aplicación de la Ley.
Ante las primeras cifras de simples ingresos de decenas de millones en las agencias bancarias a mano (mil millones en los cortos años de judicatura, ¡rentable el empleo de juez!), o descubiertas sus cuentas suizas, se aturulló con créditos de amigos, el “Bueno para Cataluña”, o pagos de operaciones imposibles de detectar en declaraciones de renta. Los vales de 50 millones del dinero negro de FECSA sin justificación. Marugán, dispuesto a que le acusaran de soborno con pena de cárcel, y con suerte la Ley se ajustó al escándalo, extorsión.
Las declaraciones a la prensa, ni sus compinches en la Judicatura, le salvarían (un fondo de pocos amigos, y selectos implicados), lanzándose a un ataque masivo abusando y presionando con su cargo de Delegado para Cataluña del CGPJ. La primera vez que se inspeccionaban tantos juzgados, empapelando a la mayoría. Razones le sobrarían, sin embargo no era razones lo buscado sino su coraza protectora. El terror se adueñó del Palacio de Justicia, acumulando enemigos.
Mi estado de ánimo se apaciguaba ante tantas contrariedades. Esperaba no utilizar de nuevo mi novela de argumento ante las arbitrariedades. La Juez Remei Bona, obstinada recibiendo a mi mujer, “ni hablar de permisos”, y tan descriptivo el abogado de Abel, Salinas, “no hay nada que hacer, no se trata de dinero”. El tercer grado previo a la condicional urgía. En condenas “económicas” y ante un comportamiento perfecto no se demoraban las concesiones penitenciarias. El inicio de sin “libertad con fianza”, podía concluir peor.
Y para Javier entra en liza el Bufete Jufresa, mi abogado en sustitución de Rucabado. Otra sorpresa. No se deshace de Piqué Vidal, no puede, dice y repite, por lo del padre, lo contrata de apoyo. Sin embargo la evidencia de intereses encontrados, sospechar que Piqué deberá defenderse, puesto que no en vano es consejero de la sociedad, y en los ambientes jurídicos se comentaba con descaro la incongruente posición de letrado y acusado, y aun manifestando que Javier no podía tener otra defensa que la suya, aconsejaba enfriar las relaciones con Piqué.
El tejido de los implicados, De la Rosa, Piñana, De Mir, Cruells, Fiter, Soler, en cerrada omertá, le lleva a fiscalía a pensar que el “cerebro” de las desapariciones de miles de millones se decanta hacia Piqué Vidal, sin tiempo perdido en el Ideal, ni nublado el cerebro por los cócteles. El verdadero virtuoso. El abogado, consejero de Urbas, con Fiter de hombre fuerte, que cierra operaciones con Bueno, de tantas ruinas como Fiter. Se compran, se prestan, se sustituyen pagarés por otros en que Fiter confiesa que todos sabían que la firmante se encontraba en quiebra. Operaciones cruzadas con el único objetivo de llevarse lo máximo posible en crudo. ¡Que perspicaz la Fiscalía!. “Hombres de paja”, conscientes o inconscientes.
Mil millones de fianza presta el Banco Popular Español. Y si por las firmas sospecharan sobre lo irracional de las operaciones financieras, la fianza situaba a banco y avalado en la mesa del pasteleo mafioso. El Opus del ínclito Termes y de los Valls (Cacho cita amistad con Luis Valls). El abc del blanqueo de capitales, se ingresa en paraíso fiscal y se concede un crédito o aval en España. ¿El coste?, o imposiciones, en este caso de miles de millones, propias o sociedades y fundaciones, puede que administradas por abogados holandeses y barceloneses, o además de la imposición de un mínimo de los mil millones unos costes compensando el enorme “favor”, por ejemplo, un diez por ciento, cien millones, o menos y un resto en negro. Ad mayoren Dei gloriam. ¿Se confesarían a por una avemaría de penitencia?. La Fiscalía se interesó... hace diez años...

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