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viernes, 12 de marzo de 2010

GIRONA SIN LUZ,

O EL “CAMBIO CLIMÁTICO” Y EL “CRECIMIENTO SOSTENIBLE”.

Rafael del Barco Carreras

Es lo que tiene el “Cambio Climático” que nieva más que antes, o los “Verdes” y su oposición a TODO; las líneas de alta tensión para enlazar con Francia, la energía atómica, o presas para almacenar agua, o contra todos por fastidiar. Y cuando no es la nieve es el sol y los turistas gastando demasiada electricidad o agua, o la humanidad entera que se empeña en reproducirse y comer u ocupar lo que se necesite de la Naturaleza.
No voy a magnificar mi protagonismo, pues éramos varios socios, pero en los años 70 me metí por circunstancias financieras en un gran problema, tres grandes urbanizaciones en Girona. Un tema peliagudo del que salí como pude, e “inocente” en un juicio en la Audiencia de Girona en 1992.
Los jóvenes quizá no entiendan que a su edad los furibundos jóvenes “socialistas”, tipo Narcís Serra (que encima tenía un consulting para “casos inmobiliarios” con Miquel Roca, aprovechándose de su empleo en la Diputación de Samaranch) y Pascual Maragall (del Ayuntamiento de Porcioles), controlando casi clandestinamente los ayuntamientos y hasta las diputaciones, tras la muerte de Franco, pretendieron arrasarlo todo. Y para más desgracias una urbanización lindaba las dos provincias, y en una de las visitas a la Diputación de Barcelona, me recomendaron un Taller de Arquitectura para reordenar el proyecto en marcha, 8 millones para empezar y sin compromiso.
Todo prohibido, ningún permiso de urbanización ni construcción, hasta que cuando abiertamente obtuvieron el Poder se convirtieron en fanáticos del ladrillo. Aun hoy perduran residuos de aquella Política en urbanizaciones inacabadas y problemáticas. Sin opción posible, los promotores, primeros interesados en legalizar y continuar urbanizando con planes aprobados por los ayuntamientos, nos convertimos en estigmatizados casi delincuentes, o sin casi en mi caso.
La “angustia vital”, el existencialismo, la revolución del 68. Los muy ladinos socialistas buscaron su fortuna al amparo y arrimándose a cualquier extremismo. El “Crecimiento Sostenible” (una premisa indispensable, pues no se puede comer donde se defeca, o se han vertido las aguas fecales) se ha convertido en el insostenible precepto de unos simples vividores.
Es cierto que en el desarrollismo de los años 60 y 70 se cometieron barbaridades, pero el mercado regulaba y si no vendías, lo más barato posible, la ruina te suprimía. Decenas de miles de empleados y obreros disfrutan de su primera o segunda residencia en aquellas urbanizaciones. En la actualidad las barbaridades copan toda la costa española, y milagros del mercado… lo más caro posible, sin ventas, y sin infraestructuras. Y hoy el disparate y la ruina son a cargo del País y los político-promotores y financieros siguen millonarios y en el Poder.
Girona era la provincia más rica de España. La de mayor renta per cápita. Era, y la disfruté. Los Socialistas, o los de CIU de iguales resultados, se dedicaron a “hacerse ricos”, pero manteniendo las formas, o sea, sin renovar infraestructuras que molestaran a los preocupados por el pino mediterráneo o la encina “surera” que tanto arderían por falta de cuidados y su racional explotación de siglos.
Consiguieron crearme el sentimiento de culpabilidad con las infinitas campañas televisivas y periodísticas, donde El Periódico me atribuyó por los 80 unas cuantas urbanizaciones en que nada tuve que ver. Hasta me convencí de ser uno de los “malos”. Diría que al igual que los chinos pasados por los campos de reeducación de la revolución cultural de Mao. Pero cuando veinticinco años después me atreví a comer en el restaurante que habíamos construido en una de las urbanizaciones, y la propietaria reconociéndome me saludó efusivamente, me ratificó que de culpable nada, los culpables disfrutaban del Poder que lo utilizaron para arruinar a unos y enriquecerse ellos… y sin responsabilidad.
Veo en la tele mi paraíso, Ultramort, donde hace ocho años disfruté una larga y deliciosa temporada de clandestinidad. Retirado del mundanal ruido con mi ordenador y algún escurridizo gato. Uno de esos rincones con olor a granja y frutales, donde por no haber no había ni un bar, y la madre de la alcaldesa vendía pollos, gallinas y huevos de corral, y los vecinos se saludan por la calle.





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